jueves, 5 de abril de 2012

Pero a sonreir.

Hay días en los que sólo quieres acurrucarte en ti misma y dejarte llevar. Dejarte llevar por el eco de tus pensamientos, bombardeando tu cabeza después de una mala etapa.
 Hay días que rompen la monotonía , pero no de la forma en la que usualmente se quiere, del tipo en que te gustaría lanzar todo lejos y no ver a ninguna persona de la Tierra nunca más.
Días podridos, que sólo se puede sacar de ellos lecciones, pero , claro, eso se sabe más tarde y en el momento en el que lo estás viviendo sólo tienes necesidad de llorar.
Hay muchos días, hay días perfectos arruinados por malos momentos y días como un lunes en el que tienes 2 exámenes, que haya lluvia y que la soledad anide en tu pecho... pero después llegas a casa y está tu familia sonriéndote y haciendote sentir la persona más afortunada del mundo, y entonces ... pues lo cambia todo. E incluso olvidas el motivo de tu enfado. Y aprendes que días hay muchos. Tanto malos, como buenos. 

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